El Génesis y los Patriarcas (X): Isaac



Isaac, en hebreo יִצְחָק que significa “reirá" o "risa", hijo de Abrahán y Sara, (Gn. 17, 15-17) “Dijo también Dios a Abraham: “Sarai, tu mujer, no se llamará ya Sarai, sino Sara, pues la bendeciré, y te daré de ella un hijo, a quien bendeciré, y engendrará pueblos, y saldrán de él reyes de pueblos. Cayó Abraham sobre su rostro, y se reía, diciéndose en su corazón: ¿Conque a un centenario le va a nacer un hijo, y Sara, ya nonagenaria, ya a parir?”
En la tradición bíblica, el parto sobrenatural de Isaac fue parte del pacto que realizó Yahvé con Abraham, y que selló la elección del pueblo judío como receptor de la ley divina; el símbolo tangible de ese pacto sería la circuncisión, cuyo nombre usual en hebreo, significa literalmente "pacto" En razón de esto, el libro de Amós sugiere que el nombre Israel era uno de los nombres de Isaac; la crítica bíblica, por lo general, considera sin embargo que este se aplica a su hijo Jacob. Jacob era uno de los dos hijos gemelos de Isaac, siendo Esaú el primogénito.
Sacrificio de Isaac
Uno de los episodios más controvertidos teológicamente del texto bíblico concierne también a Isaac durante su infancia; Yahvé, para probar a Abraham, le solicitó que sacrificara a su hijo en el monte Moria. Este sacrificio ritual fue el origen de las prácticas sacrificiales llevadas a cabo en el Templo de Jerusalén durante la época del reino de Israel. (Gn. 22, 1-18) "Después de todo esto, quiso probar Dios a Abraham, y, llamándole, dijo: “¡Abraham!” Y éste contestó: “Heme aquí.” Y le dijo Dios: “Anda, toma a tu hijo, a tu unigénito, a quien tanto amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah y ofrécemelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te indicaré.” Se levantó, pues, Abraham de mañana, aparejó su asno y, tomando consigo dos mozos y a Isaac, su hijo, partió la leña para el holocausto y se puso en camino para el lugar que le había dicho Dios. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio de lejos el lugar. Dijo a sus dos mozos:” Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allí, y, después de haber adorado, volveremos a vosotros.” Y tomando Abraham la leña para el holocausto, se la cargó a Isaac, su hijo; tomó él en su mano el fuego y el cuchillo, y siguieron ambos juntos." Dijo Isaac a Abraham: “Padre mío” “¿Qué quieres, hijo mío?,” le contestó. Y él dijo: “Aquí llevamos el fuego y la leña; pero la res para el holocausto, ¿dónde está?” Y Abraham le contestó: “Dios se proveerá de res para el holocausto, hijo mío”; y siguieron juntos los dos." Llegados al lugar que le dijo Dios, alzó Abraham el altar y dispuso sobre él la leña, ató a su hijo y le puso sobre el altar, encima de la leña. Agarró el cuchillo y tendió luego su brazo para degollar a su hijo. Pero le gritó desde los cielos el ángel de Yahvé, diciéndole: “¡Abraham, Abraham!” Y éste contestó: “Heme aquí.” “No extiendas tu brazo sobre el niño — le dijo — y no le hagas nada, porque ahora he visto que en verdad temes a Dios, pues por mí no has perdonado a tu hijo, a tu unigénito. Alzó Abraham los ojos, y vio tras sí un carnero enredado por los cuernos en la espesura, y cogió el carnero y lo ofreció en holocausto en vez de su hijo. Llamó Abraham a aquel lugar “Yahvé-yire” — Yahvé ve; por lo que todavía se dice: “En el monte de Yahvé se proveerá.” Llamó el ángel de Yahvé a Abraham por segunda vez desde los cielos, y le dijo: “Por mí mismo juro, palabra de Yahvé, que por haber tú hecho cosa tal, de no perdonar a tu hijo, a tu unigénito, te bendeciré largamente, y multiplicaré grandemente tu descendencia, como las estrellas del cielo o como las arenas de la orilla del mar, y se adueñará tu descendencia de las puertas de tus enemigos, y la bendecirán todos los pueblos de la tierra, por haberme tú obedecido.”
Isaac contrajo matrimonio (Gn 24) alrededor de los cuarenta años de edad, cuando su padre Abraham envió a Eliecer a buscarle una esposa entre su parentela ;Rebeca, hermana de Labán e hija del hermano de Abrahán, fue elegida. Al ser Rebeca estéril, (Gn. 25,21) “Rogó Isaac a Yahvé por su mujer, que era estéril, y fue oído por Yahvé, y concibió Rebeca, su mujer” y Rebeca tuvo, a los sesenta años, dos hijos gemelos: Esaú y Jacob. La preferencia de Isaac por el primero, su primogénito, y de Rebeca a Jacob dio lugar al episodio del engaño de Jacob, que, tras haber comprado de Esaú la primogenitura por un plato de lentejas, (Gn. 25, 29-34) “Hizo un día Jacob un guiso, y, llegando Esaú del campo muy fatigado, dijo a Jacob: Por favor, dame a comer de ese guiso rojo, que estoy desfallecido. Por esto se le dio a Esaú el nombre de Edóm. Contestóle Jacob: Véndeme ahora mismo tu primogenitura. Respondió Esaú: Estoy que me muero; ¿qué me importa la primogenitura?. Júramelo ahora mismo, le dijo Jacob; y juró Esaú, vendiendo a Jacob su primogenitura. Diole entonces Jacob pan y el guiso de lentejas, y, una vez que comió y bebió, se levantó Esaú y se fue, sin dársele nada de la primogenitura.”
Tras un periodo de carencias, Isaac emigró hacia Gerar, donde firmó un tratado de paz con el rey filisteo Ajimelec; luego se afincó en Beerseba, en donde renovó la alianza con Yahvé (Gn. 26).
Siendo Isaac ya mayor, Rebeca obligó a Jacob a disfrazarse con una piel de cordero para simular que era Esaú y obtener la bendición paterna. (Gn. 27, 1- 29)“Cuando envejeció Isaac, se debilitaron sus ojos y no veía. Llamó, pues, a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Este contestó: Heme aquí. Mira, le dijo, yo ya soy viejo y no sé cuál será el día de mi muerte. Toma, pues, tus armas, la aljaba, el arco, y sal al campo a cazar algo, y me haces un guiso como sabes que a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma y después te bendiga antes de morir. Rebeca estuvo oyendo lo que Isaac decía a Esaú, su hijo. Esaú salió al campo a cazar algo para traerlo; y Rebeca dijo a Jacob, su hijo: Mira, he oído a tu padre hablar a Esaú, tu hermano, y decirle: Tráeme caza y prepáramela para que la coma y te bendiga delante de Yahvé antes de mi muerte. Ahora, pues, hijo mío, obedéceme y haz lo que yo te mando. Anda, vete al rebaño y tráeme dos cabritos gordos, para que yo haga con ellos a tu padre un guiso como a él le gusta, y se lo lleves a tu padre, y lo coma y te bendiga antes de su muerte, Contestó Jacob a Rebeca, su madre: Mira que Esaú, mi hermano, es hombre velludo, y yo lampiño, y, si me toca mi padre, apareceré ante él como un mentiroso, y traeré sobre mí una maldición en vez de la bendición. Díjole su madre: Sobre mí tu maldición, hijo mío; pero tú obedéceme Anda y tráemelos. Fue, pues, allá él, los cogió y se los trajo a su madre que hizo el guiso como a su padre le gustaba. Tomó Rebeca vestidos de Esaú, su hijo mayor, los mejores que tenía en la casa, y se los vistió a Jacob, su hijo menor; y con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y lo desnudo del cuello; puso el guiso y pan, que había hecho, en manos de Jacob, su hijo, y éste se lo llevó a su padre, y le dijo: Padre mío. Heme aquí, hijo mío, contestó Isaac. ¿Quién eres, hijo mío? Y le contestó Jacob: Yo soy Esaú, tu hijo primogénito. He hecho como me dijiste. Levántate, pues, te ruego; siéntate y come de mi caza, para que me bendigas. Y dijo Isaac a su hijo: ¿Cómo tan pronto hallaste, hijo mío?, y le respondió: Porque hizo Yahvé, tu Dios, que se me pusiera delante. Dijo Isaac a Jacob: Anda, acércate para que yo te palpe, a ver si eres o no mi hijo Esaú. Acercóse Jacob a Isaac, su padre, que le palpó y dijo: La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú; y no le conoció, porque estaban sus manos velludas como las de Esaú, su hermano, y se dispuso a bendecirle. Todavía le preguntó: ¿De verdad eres tú mi hijo Esaú?, y él contestó: Yo soy. Díjole, pues: Acércame la caza para que yo coma de ella, hijo mío, y te bendiga. Acercósela Jacob y comió y bebió Díjole después Isaac: Acércate y bésame, hijo mío. Acercóse él y le besó; y en cuanto olió la fragancia de sus vestidos, le bendijo, diciendo: ¡Oh, es el olor de mi hijo como el olor de un campo al que ha bendecido Yahvé! Déte Dios el rocío del cielo y la grosura de la tierra y abundancia de trigo y mosto. Sírvante pueblos y prostérnense ante ti naciones. Sé señor de tus hermanos, y póstrense ante ti los hijos de tu madre.”